Reseña: La levedad

  De la belleza como antídoto contra el horror

 

Catherine Meurisse

La levedad

Ed. Impedimenta. 2017.

La levedad es de esas historietas, comics o novelas gráficas cuya lectura recomendaría a todos/as aquellos/as que no son habituales del mundo de las  viñetas o que aún mantienen una mirada prejuiciosa sobre el mismo. Es un relato autobiográfico cargado de humanidad, que nos hace partícipes del duelo, de la lucha por liberarse del dolor convertido en losa que aplasta y al mismo tiempo es una las más hermosas demostraciones de la ausencia de límites para el uso del humor. Su trazo ligero, la caricatura suelta, el uso matizado del color transmiten un mensaje vitalista, de sensualidad siempre abierta y por lo tanto susceptible de ser herida, aunque también de ser curada. Sus viñetas, sus secuencias, sus páginas son como espejos en los que Catheurine Merisse, su autora refleja su confusión mientras intenta encontrar su propia imagen perdida. Una identidad extraviada tras la masacre de Charlie Hebdo, de la que le salvó un tiempo perdido, el invertido en regodearse en la pena de una ruptura sentimental, que le hizo llegar tarde a la reunión del consejo de redacción de la revista. 
La gravedad del superviviente
El libro se inicia con la protagonista, tres semanas después del atentado, frente al océano, primigenio origen de la vida animal y por tanto humana, con viñetas teñidas por colores tristes salvo en la última en la que estalla la belleza del crepúsculo. Es un primer momento en el que la belleza se afirma sobre la sombra del  horror. A partir de ahí la autora narra el itinerario vital que recorre en busca de recobrar la levedad que permite alzar el vuelo vital. Será un viaje con continuos regresos al centro del horror: el 7 de Enero del 2015 y los días siguientes. Esa mañana que se inicia en el terreno intimista, y a la vez autoparódico, de  variaciones imaginadas sobre el momento de ruptura con la persona amada. Esa recreación de una pequeña tragedia amorosa, matizada con una sonrisa, da paso al horror del atentado en una línea de continuidad que sumerge en la gravedad. La realidad cotidiana se torna bruscamente en gran tragedia, de la que ella podía haber sido también protagonista directa. Los hechos se suceden como un remolino negro que la envuelve,  le roba la memoria, la hace sentirse  rota y la convierte en rehén del miedo y de su capacidad destructiva de la libertad.
Ser superviviente es cargar con la perdida de los ausentes, es sentirse extraviada porque te han trastocado el mapa vital al destrozar tus puntos de referencia. Como mecanismo de defensa Catherine recupera recuerdos e imagina conversaciones con algunos de los compañeros de curro, y también amigos, asesinados  Y sobre todo recurre a reírse un poco para no volverse loco.

¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Humor!
El humor es en este caso una forma de enfrentarse a la barbarie para negarle la victoria, es también la capacidad de reírse del dolor para relativizarlo y así hacerlo más soportable. Y es que el momento más trágico o sublime tiene su punto ridículo, contradictorio… susceptible de ser contemplado y recreado desde el punto de vista del humor.  Como escribe la autora: “el toque Charlie” es reírse de lo absurdo de la vida, divertirse en compañía para no tener miedo de nada, sobre todo no temer a la muerte.  Además Charlie Hebdo es la representación del humor como parte de la cultura republicana francesa, es el ejercicio del derecho a satirizar toda sacralización que invada o limite los derechos de ciudadanía, es el termómetro de la salud democrática de una sociedad sacudida por fuertes tendencias reaccionarias, es esa consigna de ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Humor! Que gritan los supervivientes de la revista en la gran manifestación del 11 de Enero de rechazo al atentado.   
Los muros de París
Curiosamente, hay un momento clave en la remontada anímica de la protagonista que nos recuerda a Pinturas de guerra la gran obra de Angel de la Calle recientemente publicada, y reseñada también aquí. Con la llegada del verano Catherine recupera fuerzas y regresa a la Calle Nicolas Appert, al lugar del atentado. Allí descubre que han recreado sobre un muro las caras de cuatro de los cinco dibujantes de Charlie Hebdo asesinados:  Cabu, Charb, Tignous y Wolinski , pero falta la de Honoré, el quinto. Olvido injusto al que ponen remedio junto con la hija de éste y otra amiga poco después. Este acto simbólico que cura remite a los autorretratos que los protagonistas de Pinturas de guerra pegaban también en los muros de París. Así la necesidad de vencer simbólicamente al horror establece una significativa conexión entre las dos obras.
Belleza, cultura y amistad
Más allá de la referencias concretas: Proust, Baudelaire Goncharov, Caravaggio…el relato del camino de Catherine para conseguir volver a amar, vivir, dibujar… genera empatía, la sentimos cercana . La leemos y releemos compartir etapas y reafirmarnos en  valores como los de la amistad y la cultura, o en recursos como el de un lugar donde sentirnos, seguros, donde recuperar la calma y fuerzas, así como apreciar como la belleza enriquece nuestra sensibilidad, la de la naturaleza o la que crean las personas por medio el arte para expresar el dolor y el sufrimiento pero también la alegría y el placer.