“Polizones” y financiación sindical
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de los debates que la derecha está poniendo en la agenda es el de la
financiación sindical. Insisten en que los sindicatos se han de
mantener por sus cuotas sindicales y no tener ninguna ayuda pública.
Es algo que en apariencia, como muchos de los discursos facilones
antisindicales, tiene un sentido. Un sindicato es un “club” y como tal
no debería ser financiado por los que no son miembros de él.
Algo… que tendría cierto sentido si en este país no se financiara públicamente hasta a los clubs deportivos.
Partamos de algunas cuestiones, en España a los sindicatos se les financia públicamente menos que al resto de países de la UE,
incluida la que con frecuente ponen como ejemplo Alemania, ya que los
trabajadores aportan el 1% de su salario a financiar al sindicato.
por otro lado un sindicato no es un “club”. Su trabajo beneficia a
propios y extraños, a los que tienen carnet o no. Y ese es un problema
que se ha dado desde el origen de la negociación colectiva y tiene
hasta un nombre, el problema del “free rider”.
España y en la mayor parte de sistemas de negociación colectiva, los
acuerdos salariales, de jornada, etc.. (lo que entendemos aquí como
acuerdos laborales y convenios) son de aplicación para todos los
trabajadores asalariados del sector o empresa. Un trabajador puede,
voluntariamente, salirse de convenio y realizar su propio acuerdo
personal, pero siempre podrá reclamar que su situación retorne a la del
convenio. A la práctica, solo los directivos o trabajadores muy
especializados y formados deciden negociar sus condiciones fuera de
convenio ya que sinó sus condiciones serían aún peor.
Por tanto, en España (y en la mayor parte de países) tenemos un sistema
que beneficia al conjunto de trabajadores, pero que básicamente
financian los afiliados a los sindicatos. Con además pocos o nulos
incentivos para que los trabajadores que practican el “free-rider”
tengan que afiliarse. Este problema es tan antiguo como el estado del
bienestar post-II-WW y las soluciones aplicadas vienen todas de la
década de los 40 y 50.
Posibles soluciones al problema del free-rider
-La subvención pública directa
El sistema europeo básico es financiar a los sindicatos con los
presupuestos generales del estado. Los impuestos son recaudados entre
todos (mayormente entre los trabajadores) y es racional que parte de
esos impuestos sirvan para financiar un “bien común” que realizan los
sindicatos pero que los trabajadores tienen pocos incentivos para pagar
de su bolsillo ya que se beneficiarán paguen o no paguen. De ahí que Francia financie con más de 700M€ de libre disposición a sus sindicatos solo en el sector público, Italia más de 500 M€ o el Reino Unido con 98M€.
En Dinamarca o Suecia es obligatorio estar afiliado a un sindicato para
poder participar del servicio público de desempleo. Son los gestores de
este servicio. Desde nuestra perspectiva latina nos puede parecer una
demencialidad, pero si entendemos el seguro por desempleo como un
seguro obligatorio que realizan todos los asalariados y los sindicatos
han sido también los guardianes de las “cajas de resistencia” para
poder subsistir en huelgas, la gestión de este otro seguro no suena tan
raro. Hay que ser nórdico para entenderlo realmente y poder tener un
sentido de lo público y lo colectivo del que estamos bastante lejos
ciudadanía (y las propias instituciones). Realmente esta medida es muy
extrema y requerimos un nivel de transparencia muy alto, pero el
objetivo que se busca es “tú te beneficias de los convenios colectivos,
te beneficias de la gestión de la negociación colectiva en tu día a día
laboral, pero si quieres participar de todos estos beneficios o te
afilias o no tendrás acceso a un seguro colectivo que pagamos los
trabajadores”.
-La imposición legal de pagar a un sindicato por narices
¿Y donde se produce eso? más en el mundo anglosajón, EEUU y sobretodo Canadá, la “fórmula Rand”
canadiense no es más que “usted ha de pagar a un sindicato
representativo en su empresa y punto”. Los sindicatos representativos
en las empresas exigen al empresario que se descuente un porcentaje de
la nómina para financiar al sindicato, con muy pocas salvedades.
En cierta manera, el modelo alemán es muy parecido. Si tú quieres tener
acceso a los beneficios del convenio colectivo has de aportar el 1% de
tu salario a financiar a los sindicatos representativos de tu sector, y
punto. Ni “libertad de asociación” ni niño muerto, o eso o no tienes
negociación colectiva.
Desde nuestra perspectiva nos puede parecer algo draconiano que
obliguen a un trabajador a pagar una cuota sindical en contra de su
voluntad, pero al igual que pagamos impuestos para financiar servicios
públicos para todos o si queremos realizar algunas actividades (como el
submarinismo) tenemos que pagar un seguro obligatorio, lo mismo ocurre
con el servicio de negociación colectiva de una empresa, de la misma
manera que pagamos un seguro obligatorio por desempleo.
El hecho es que el problema del “free-rider” en la negociación
colectiva es un problema real, hasta el punto que no conocemos ninguna
sociedad occidental avanzada que no haya afrontado este problema de una
manera u otra. Desde el punto de vista de nuestros falsos liberales de
derechas, los estados occidentales todos son conturbenios donde compran
a los sindicatos o estados totalitarios que obligan a financiar a los
sindicatos a los trabajadores, pero la prensa y los intelectuales de
esos países no les parece que esto sea tal problema.
Paradójicamente España, el país que menos financia a sus sindicatos, es
donde más cuestionada está esa financiación por parte de la derecha
ideológica. Bajo la bandera de la “libertad” y de la “responsabilidad y
autofinanciación” lo que se busca es beneficiar al insolidario, al
“free-rider” (o polizón como mala traducción en castellano). Cuando se
grita “ni un € para los sindicatos” de los presupuestos públicos, lo
primero que tendría que responder el que lo hace que modelo laboral
quiere, si no prefiere el mayoritario europeo, que diga si el nórdico,
el alemán o el anglosajón. Una vez respondido que apliquen la solución
al problema del “free-rider” porqué más bien lo que pretenden gritar es
que prefieren las relaciones laborales del siglo XIX sin sindicatos
fuertes.